domingo, 9 de enero de 2011

A todos los montañeros

Alpina libertad que riza el viento,
espasmos de emoción serena y pura,
de hirviente roquedal la espuma oscura,
del hosco farallón el bronco acento.

Cabeza y corazón a paso lento,
allá van a vivir la paz segura,
la más alta versión de la cultura,
y el más limpio fluir del pensamiento.

Cada cumbre que alcanzas, montañero,
¿no es un nuevo favor transfigurado,
sobre el mundo pagano del dinero?

Si  hacia el cielo caminas, ¿no has pensado,
que en la cima de un monte es un punto cero,
donde Dios con su aplauso te ha esperado?

Como cuando fuistéis al Aconcagua,
Javier y Armando.

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